
Mi respuesta es un "Si" espontáneo. Surge de la nostalgia, del amor a mi familia y amigos, de los buenos recuerdos, de la gente. Si me dan otro minuto, con toda seguridad añado un "pero" cargado de condiciones, de las cosas que he descubierto que Bogotá no tiene y que puede tener, de un sinfín de oportunidades para mejorar la calidad de vida en esta ciudad. Si me pregunta: "volvería?", sin pensar le diría "Si". Un "Si" dicho con el corazón. Si lo pienso mejor y proyecto mi vida de nuevo en esa ciudad no sé qué respondería, seguro tendría dudas y tendría que pensarlo muy bien.
Estos son algunos de los racionamientos que haría:
1. Cuando estoy en Bogotá a pesar de todo soy feliz, aparte de mi gente, creo que los cerros orientales son lo mejor de esa ciudad. El verde y todos los verdes que te encuentras en Bogotá me llenan de una forma que no ha logrado ningún otro paisaje europeo en plena primavera. El verde en Europa es un verde apagado y discreto. El verde de Bogotá es el más vivo que he visto, es la combinación de un cielo azul con nubes de algodón, un sol brillante y las gotas de una lluvia reciente…por supuesto también está la comida, la calidez de las personas y esa fuerza que hace a los bogotanos enfrentarse a ese monstruo día tras día.
2. Ahora vamos al a pesar de todo. Me refiero al aire contaminado, a las horas perdidas en un taxi, automóvil o bus, a las largas filas para hacer cualquier trámite tonto en un banco, a los miles y miles de huecos, al pico y placa que no sirve de nada, a la falta de cebras peatonales, a los indigentes que deambulan por la calle camuflados por la suciedad de años de miseria, al miedo que espera en la oscuridad, a los asesinos, al ruido, al poco valor que se le da a la vida, a los perros callejeros, a no poder usar el celular o una cadena en la calle, a las prisas, a las esperas en la lluvia, al clasismo, al oportunismo, a las calles en obras perpetuas, a la pobreza, al exceso de publicidad que afea la ciudad, a la falta de uniformidad arquitectónica, a la ley del más vivo, al todo vale, a esa mentalidad que hace creernos lo más cuando nos queremos tan poco, cuando permitimos abusos días tras día del mandamás del momento, al no respetar opiniones contrarias, al lavado de cerebro generalizado, a la rumba vacía, al inexistente espíritu de lucha. Y a pesar de todo esto, sé que lo soportaría, todos lo hacen, lo que no aguantaría es hacerlo sin intentar cambiar algo, por lo menos la mentalidad de "así siempre han sido las cosas, siempre serán así...".
Y aclaro que no es falta de patriotismo, Bogotá es mi ciudad y en cualquier otro lugar seré una ciudadana de segunda clase. Lo triste es descubrir que esta condición basta para tener mejor calidad de vida en otros miles de lugares. Admitir esto, decirlo a mis amigos y a mi familia no es fácil, la primera reacción es: "pues quédese allá!!", "pues no vuelva!!", "acá no queremos desagradecidos..". Bueno, calmados! yo si quiero volver, así no vuelva digo esto porque quiero que mi familia, mis amigos, la gente que quiero viva mejor, cosa que sí es posible así no lo crean. Lo digo para que despertemos. Colombia no es el paraíso que nos han metido en la cabeza. Nos falta mucho, pero mucho por hacer, para llegar a ser el lugar más feliz de la tierra, ese puesto que aún no entiendo cómo ostentamos hace algunos años.
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